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Nuestros compañeros de SuperAbogado ahondan en la Influencia cuantitativa de la evolución socio-económica en los accidentes de circulación. Esperamos que os guste.
Evolución socio-económica y accidentes de circulación
Desde la aparición prehistórica de la rueda, su posterior montaje, y uso en carros remolcados por caballos, bueyes o mulas, el ser humano no se ha ofrecido descanso en lo que al desarrollo de los medios de transporte se refiere, desde la creación del barco, del primer automóvil a vapor, la invención del globo y del ferrocarril, pasando por los primeros motores movidos por gasolina, gracias a los cuales posteriormente podemos asistir al nacimiento del automóvil a motor, la construcción del dirigible, del avión y de un largo etcétera, desembocamos en la actualidad más reciente, donde, nos encontramos con una situación en la que se torna impensable concebir la vida sin estos ya muy renovados medios de transporte, y, especialmente, sin el automóvil.
El caso español
A pesar de que, en España, el uso del transporte público se encuentra por encima de la media europea, en el año 2016, se registraron alrededor de 32 millones de vehículos en circulación, 7 millones más de los inscritos en el 2002, únicamente, 14 años antes. De ello se desprende, que nos encontramos ante una cultura mercantilista de corte ascendente en lo que se refiere a la adquisición de automóviles, concretamente, y en su mayoría, coches y furgonetas, cultura sin previsiones de verse alterada en corto plazo, en la que se advierte un crecimiento medio de más de 500.000 vehículos por año, que, si bien es cierto, inevitablemente y con el paso del tiempo, dicho número descenderá hasta asentarse, no obstante, ello, no parece asunto de un futuro próximo.
Por tanto, y teniendo en cuenta que, año tras año la cantidad de vehículos aumenta, y con ella la de conductores, solo nos queda una cuestión a plantear: ¿Por qué si la sociedad está cada vez más ligada al transporte privado, y como consecuencia de ello son más las personas expuestas al riesgo inherente al uso de un vehículo, no hay un aumento exponencial de los accidentes de tráfico o muertes a razón de éstos que vaya de la mano con el crecimiento de la cantidad de vehículos en circulación?
Respondiendo a la duda: ¿Por qué si hay más coches no hay más accidentes?
Siendo veraz que la cifra de muertes en nuestro país tendió a la ascendencia desde que se tienen registros de las mimas, hasta el año 1989, en el cual se registraron 9.344 fallecidos en accidentes de tráfico, el pico de mortalidad más alto hasta la fecha, no obstante, y a partir de este momento, las muertes han descendido hasta un punto que al menos se acerca a ser estable.
La respuesta a dicha cuestión radica en varios factores, y está estrechamente ligada al fondo de este escrito, ya que, la evolución socio económica, a nivel mundial, parece crear una contradicción difícilmente salvable en lo relativo al tema que nos ocupa, y es que, a medida que la sociedad avanza, se nos hace cada vez más imprescindible el uso de un vehículo para poder subsistir, lo que conlleva un tráfico masivo que a su vez debería concluir en un aumento de la siniestralidad, si no fuese porque, este mismo factor evolutivo, a la vez que crea una dependencia sin límites al trasporte privado, crea y mejora de igual modo las herramientas necesarias para su uso. Buena prueba de ello es que los países con rentas mas bajas son los que albergan una mayor cantidad de accidentes, siendo que, en ellos, ocurren el 90% de los mismos, cuando únicamente son propietarios del 50% de los vehículos globales.
Importancia de los cambios tecnológicos
Los cambios tecnológicos en los medios de transporte, haciéndolos más seguros y eficientes, la mejora de las vías, las escasamente productivas pero incansables campañas de concienciación propagadas en los diferentes medios de comunicación, la climatología, y un sinfín de factores más, completan el complejo engranaje gestado a lo largo de los años por los diferentes gobiernos a fin de acomodar la sociedad a su propia evolución. No obstante, aproximadamente el 90% de los accidentes de tráfico encuentran su origen en un fallo humano, lo que nos lleva a concluir que la reducción de esta cifra no depende ni de las vías, ni de los coches, ni del clima, si no de las personas, por ello, el agente que se alza con mayor influencia en la reducción de la siniestralidad, es la existencia de una férrea regulación legal adaptable a los propios cambios sociales, que castigue con dureza, comportamientos y situaciones que pudieran poner en riesgo la seguridad de los ciudadanos. Se observa, que la mayor problemática en referencia a esta necesaria regulación, es la actualización y adecuación paralela de la misma, a las evoluciones sociales, siendo imprescindible una rápida actuación de los poderes públicos para evitar una gran cantidad de muertes. Encontramos un claro ejemplo de ello, en el aumento de accidentes a causa del uso del teléfono móvil al volante, situación que está en claro crecimiento, sobre la cual y según los últimos datos recabados por la Dirección General de Tráfico, alrededor de un 40% de los jóvenes españoles hacen uso de las redes sociales mientras conducen.
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Reformas legales
Así, a lo largo de los años, se introducen reformas legales claves para el mantenimiento de una mortalidad en decrecimiento, tales como el carnet por puntos, que, si bien es cierto que su utilidad se pone en tela de juicio desde el año 2016, en el cual, la mortalidad aumenta con respecto al periodo que le precede, desde que se introduce por primera vez en el Ordenamiento español a través de la Ley 17/2005 de 19 de Julio de 2005, el carnet por puntos ha cumplido su función de forma ciertamente eficiente, reduciendo la cifra de fallecidos situada en torno a 5000 muertos en aquel momento, a una número que oscila entre 1.000 y 1.600 muertes por año.
Así mismo, el establecimiento de una velocidad máxima y de sanciones graves por el hecho de incumplirla, la obligatoriedad del cinturón de seguridad y la punibilidad de actos como la conducción bajo los efectos del alcohol, de las drogas o con uso de teléfonos móviles, constituyen herramientas legales que han contribuido de forma activa a la reducción tanto de la tasa de muertes como a la de los propios accidentes, véase, a modo de ejemplo, y en relación con el cinturón de seguridad, que en el año 2005 murieron más de 750 personas por no hacer uso del mismo, 600 más que 10 años después, en 2015, en el cual fallecieron únicamente 141.
La conjunción de todas las medidas adoptadas
La totalidad de las mencionadas medidas se dictan con una doble finalidad, la reeducación de la sociedad en aras de encaminarla hacia una conducción que ponga en riesgo la menor cantidad de vidas posible, y la efectiva naturaleza punible de las mismas, algo fuertemente cuestionado en los últimos tiempos, sobre todo en lo referente a el carnet por puntos, sobre el cual numerosa doctrina afirma que la retirada de puntos no se trata de un castigo efectivo, sino más bien de una relación de la administración con el conductor que no constituiría sanción hasta la retirada del carnet, pese a ello, es esta segunda finalidad, es la que verdaderamente ha surtido efecto, ya que, demostrado está, que lo que ha calado en la sociedad, es más el temor a una sanción pecuniaria de alto calibre, que la necesidad de ser responsable al volante.
Conclusión
A modo de conclusión, y como ya se adelantó, añadir, que el mayor problema que pueden llegar a provocar las necesidades que vienen de la mano con la evolución de las sociedades es que éstas, no puedan ser protegidas por el desconocimiento de los entes públicos y por la falta de concienciación de las propias personas, algo que no queda muy lejos, ya que, la modernización de los métodos de protección ante los accidentes, depende de la recepción que la propia sociedad tenga de ellos, y la rapidez de adaptación a los mismos, encontramos un buen ejemplo, en el uso del cinturón de seguridad, el cual no se asentó en la población hasta 10 años después de su obligatoriedad y aún con ello, y a día de hoy, sigue habiendo muertes por su causa, por tanto, y a fin de cuentas, el mayor problema que puede provocar el progreso, es que éste, se adelante a su control.
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